Editor’s Note: This story, translated by Jeanette Casillas, was made available in Spanish through a partnership with CASA Magazine. Read the English version here.
El prejuicio hizo una gran regreso en el 2015, y aunque podemos culpar a Donald Trump, su ascenso es más como un síntoma que una causa fundamental.
En tiempos de inseguridad e incertidumbre, nos identificamos más con los grupos a los que pertenecemos—político, racial, generacional, lo que sea—y vemos a los extraños con niveles elevados de desconfianza. Esta mentalidad de “nosotros contra ellos” pudo haber sido ventajoso para nuestros antepasados, pero para los ciudadanos de una nación multicultural en un mundo interconectado, es peligroso y contraproducente.
Así que si nuestros cerebros están diseñados para distinguir entre nuestro amable y acogedor “grupo” y el “grupo” amenazante y de poca confianza, ¿hay alguna manera de reducir el prejuicio que resulta? En realidad, sí, y es muy simple: Podemos ampliar la forma en que definimos nuestro “grupo.”
Los prejuicios podrían reducir bastante con el descubrimiento de que comparten una ocupación, preferencia política, o equipo deportivo.
Las últimas investigaciones en este sentido provienen de un equipo dirigido por el psicólogo W. Anthony Scroggins de la Universidad de California-Santa Bárbara. En el diario Personality and Social Psychology Bulletin (Boletín de Psicología de la Personalidad y Social), Scroggins informa que ese prejuicio inconsciente hacia los afroamericanos se puede reducir mediante simples recordatorios de tu afiliación compartida de algún otro grupo sin distinciones raciales.
“Es relativamente fácil hacer que la afiliación compartida de grupos sea más notable,” escriben los investigadores, “porque los negros y no negros comparten afiliaciones de categoría social como de edad, sexo, afiliación política, laboral, la universidad, y otras múltiples afiliaciones sociales.” Señalando tales elementos comunes, añaden, pueden ser “un enfoque particularmente atractivo y práctico para reducir el prejuicio.”
Su primer experimento contó con 142 estudiantes de UCSB de diferentes etnicidades: el 39 por ciento eran blancos, el 25 por ciento asiáticos, el siete por ciento Latinos, y siete por ciento de “otros.” (Se excluyeron los estudiantes de raza negra.) Cada uno tomó una versión de la Prueba de asociación implícita, que revela el prejuicio inconsciente midiendo el tiempo que le toma a los participantes categorizar palabras agradables y desagradables, justo después de usar la misma combinación de teclas para categorizar caras negras o blancas.
En esta versión modificada de la prueba, algunos participantes utilizaron el método estándar para categorizar las caras (es decir, negro o blanco), mientras que se les pidió a otros que los categorizarán como perteneciente a un “estudiante de UCSB blanco” o a un “estudiante de UCSB negro.”
“El prejuicio implícito hacia los estudiantes negros fue reducido cuando la categoría social compartida de ‘estudiante de UCSB’ era más notable,” informaron los investigadores.
Después los investigadores realizaron otra versión de la prueba en la que los participantes categorizaron las caras, ya sea negro o blanco, o como un “bombero negro” o un “bombero blanco.” Querían determinar si destacando que la persona en cuestión pertenecía a una profesión servicial, altamente respetada ayudaría a reducir el prejuicio implícito.
No lo hizo.
“Estos resultados sugieren que lo positivo por sí solo no es suficiente para una etiqueta de categoría social para reducir el prejuicio implícito,” informa Scroggins y sus colegas. “Sólo cuando la etiqueta de categoría social también representaba a un grupo compartido, no sólo un grupo positivo, se redujo el prejuicio implícito.”
Por supuesto, ser un estudiante en una escuela específica es sólo una parte de nuestra propia imagen durante algunos años (con excepción de los ex alumnos apasionados). Sin embargo, otras identidades duran toda la vida, y esta investigación sugiere que se pueden utilizar para reducir el prejuicio implícito.
En un nivel inconsciente, una persona blanca puede hacer ciertas suposiciones sobre un afroamericano que recién conoció. Sin embargo, esta investigación sugiere que esos prejuicios podrían reducir bastante con el descubrimiento de que comparten una ocupación, preferencia política, o equipo deportivo.
Es simplemente una cuestión de ver a esa persona como “uno de los nuestros.”
Hallazgos es una columna diaria por el escritor de Pacific Standard Tom Jacobs, que recorre las revistas de investigación psicológica para descubrir nuevos conocimientos sobre el comportamiento humano, que van desde los orígenes de nuestras creencias políticas hasta el cultivo de la creatividad.