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Junto con muchas otras mujeres comprometidas, tuve la fortuna de haber sido parte de asegurar el Acuerdo de París en 2015, cuando los gobiernos alrededor del mundo se unieron en una promesa para salvaguardar nuestro clima al tratar de limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
El acuerdo fue una extraordinaria colaboración multinacional, multisectorial y multi-comunitario que se desarrolló a través de las fronteras durante muchos años.
Sin embargo, en los tres años transcurridos desde que cayó el mazo en París, las emisiones globales de gases de efecto invernadero han aumentado, a medida que los combustibles fósiles continúan quemándose sin cesar. La quema de combustibles fósiles ahora representa el mayor riesgo para la salud de los niños a nivel mundial debido al aire tóxico que causa. Los récords de calor se han roto en todo el mundo. Los impactos climáticos devastadores están dejando a más y más personas sin hogar, sin una cosecha, o sobreviviendo a la pérdida prematura de sus seres queridos. Como es habitual, son los más vulnerables, en particular las mujeres y las niñas, los que son los más afectados.
A nuestra atmósfera no le importa de qué países provienen estas emisiones. Cada tonelada adicional que sube es una tonelada más por la que debe preocuparse.
Es por eso que este es un momento tan importante para que más mujeres den un paso adelante, asuman más roles de liderazgo, trabajen multilateralmente y tomen decisiones audaces y valientes.
Muchas mujeres ya han reconocido la gravedad única de este momento. Intrépidas líderes femeninas como Greta Thunberg, Jamie Margolin, Isra Hirsi y Nakabuye Flavia han movilizado a cientos de miles de jóvenes que demandan acción climática urgente. Niños de tan sólo 10 años han coordinado huelgas escolares en todo el mundo en un esfuerzo audaz por lograr que sus gobiernos tomen en serio el cambio climático y cumplan las promesas hechas en París. Miles más se unirán a la huelga escolar el 15 de marzo en todo Estados Unidos.
El activismo y trabajo colaborativo de estas jóvenes de diversos orígenes es inspirador. Y viene en sintonía con los esfuerzos liderados por mujeres igualmente valientes avanzando en la política, como la Representante Alexandria Ocasio-Cortez, que está liderando un ambicioso Nuevo Acuerdo Verde para los Estados Unidos. Juntas, estas mujeres han desatado una nueva ola de esperanza: Espero que realmente podamos hacer los oportunos cambios de transformación necesarios para cumplir con los objetivos de París.
También sentí esa sensación de determinación y esperanza en un viaje reciente a la Antártida, donde, en los tres años transcurridos desde que cayó el mazo en París, se abrió un agujero gigantesco, de seis millas de largo y mil pies de altura, en el Glaciar Thwaites. Alrededor de 14 mil millones de toneladas de hielo se han derretido solo de ese agujero.
Como parte de la expedición de Homeward Bound (liderada por la visionaria mujer australiana Fabian Dattner), pasé 21 días en enero en un bote con 80 mujeres de los campos de ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas y medicina. Juntas fuimos testigos de la asombrosa majestuosidad de los icebergs y de las ballenas nadando en el océano. Fuimos testigos de la fragilidad de un todo un continente que la mayoría de las personas nunca tendrá la oportunidad de ver. Nos enfrentamos a ráfagas de hasta 70 nudos y olas de 12 metros de altura. Hablamos del liderazgo, las barreras del cambio transformacional y nuestro papel como mujeres en la protección de nuestra Tierra y el futuro de la humanidad. Aprendí de nuevo y me sentí profundamente conmovida por la forma en que las mujeres escuchan a profundidad, por su capacidad de tener empatía y de la recopilación de sabiduría colectiva, especialmente en tiempos de transición. Estas cualidades nunca han sido más importantes o necesarias para nuestra especie.
Aprendí de nuevo en mi viaje a la Antártida lo que había aprendido cuando estábamos trabajando en el Acuerdo de París: debemos tener claridad absoluta en el objetivo, al mismo tiempo que tenemos flexibilidad en el camino para lograrlo. Tenemos un objetivo claro establecido en el Acuerdo de París, recientemente reforzado por los mejores científicos del clima del mundo. Y debemos redoblar nuestros esfuerzos si queremos mantener el aumento de la temperatura global en 1.5 grados centígrados.
La forma exacta en que esto suceda se llevará a cabo de múltiples maneras en todos los países, ciudades, empresas y la sociedad civil, y la transformación representa una enorme oportunidad para mejorar la salud, el empleo, el acceso a la energía y la seguridad alimentaria para las poblaciones de todo el mundo. Esta es la razón por la cual las mujeres están actuando ahora y por qué necesitamos aún más mujeres para tomar el relevo. Veo en las mujeres que conocí trabajando en el Acuerdo de París, en las mujeres que actualmente lideran una nueva conversación sobre el cambio climático en las esferas pública y política, y en las mujeres que conocí en la Antártida, un optimismo incorporado y obstinado que nos permitirá prevalecer incluso cuando una tarea puede parecer insuperable.
Parte de mi propio optimismo obstinado proviene del conocimiento de que estas mujeres actualmente se están asegurando de que cuando alguien dentro de 10 años les pregunte “¿qué hiciste?” no dirán “hice lo mejor que pude.” En su lugar, dirán: “Hice todo lo que era necesario.” Y ese es el verdadero liderazgo.
*Traducción por Angie Baldelomar.
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