Editor’s Note: This story, translated by Jeanette Casillas, was made available in Spanish through a partnership with CASA Magazine. Read the English version here.
Si la exposición a la naturaleza es bueno para nosotros, ¿la exposición a más naturaleza es mucho mejor? Un experimento realizado en un acuario británico encuentra alguna evidencia de que, efectivamente, lo es.
“Peceras y exhibiciones a menudo están asociadas con el intento de calmar a los pacientes en las salas de espera en los consultorios médicos y dentales,” noto la bióloga marina Deborah Cracknell. “Este estudio, por primera vez, ha proporcionado pruebas consistentes de que ‘las dosis’ a la exposición de la configuración bajo el agua en realidad podría tener un efecto positivo en el bienestar de las personas.”
En la revista Environment and Behavior (El Medio Ambiente y el Comportamiento), Cracknell y sus colegas describen un estudio en el que aprovecharon la “renovación completa y el reabastecimiento de una gran exhibición del Acuario Marino Nacional del Reino Unido.”
“Las peceras se equiparon en tres etapas,” ellos escriben, “proporcionó una oportunidad única … para comparar las respuestas de las personas con diferentes niveles de la biota en precisamente la misma configuración.”
La exhibición en cuestión estaba contenida en un tanque de 550.000 litros “vista principalmente a través de una sola ventana enorme de acrílico.” En la Condición 1, “sólo contiene agua de mar y decoraciones artificiales.” La Condición 2, estaba equipada parcialmente; la mayoría de las personas que visitaron durante este período vieron seis especies de peces. La Condición 3, estaba completamente equipada, con 19 especies de peces y tres especies de invertebrados.
“Este estudio, por primera vez, ha proporcionado pruebas consistentes de que ‘las dosis’ a la exposición de la configuración bajo el agua en realidad podría tener un efecto positivo en el bienestar de las personas.”
En un experimento preliminar, los investigadores observaron a miembros del público seleccionados al azar y anotaron cuánto tiempo pasaban mirando la exhibición. No es sorprendente, encontraron que las personas permanecieron más tiempo cuando había más peces en el tanque.
Pero la segunda parte del estudio más extensa contó con 84 estudiantes universitarios, que fueron asignados al azar para visitar la exhibición durante una de las tres etapas: no estaba equipada, estaba equipada parcialmente, o estaba completamente equipada. Después de entrar al acuario, les midieron su ritmo cardíaco y su presión arterial, y reportaron su estado de ánimo y el nivel de excitación emocional.
Cada participante entonces miró la exhibición durante cinco minutos, durante el cual su ritmo cardíaco fue “observado discretamente.” Después de otros cinco minutos de observación, se les tomaron de nuevo su ritmo cardíaco y la presión arterial. Finalmente, describieron su estado de ánimo y reportaron lo mucho que sí o no disfrutaron de la experiencia.
“Las tres etapas para equipar la exhibición estaban asociadas con caídas significativas en la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que indica que la exposición en todas las condiciones fue calmante y psicológicamente restaurativo,” escriben los investigadores.
Quizás sorprendentemente, “solamente la exhibición, aunque no estaba equipada y que contiene sólo agua de mar y decoraciones artificiales, parecía ser suficientemente interesante para conferir algunos beneficios,” informan los investigadores.
Dicho esto, encontraron que “el mayor descenso en la frecuencia cardíaca ocurrió en la condición donde la exhibición estaba completamente equipada, y este descenso fue significativamente diferente en la condición donde no estaba equipada.” Es más, “mientras que los niveles para equipar las peceras en la exhibición aumentaban, el interés en la exhibición y disposición para mirarla de los participantes de nuevo aumentó significativamente.”
No encontraron ninguna correlación clara entre los niveles de presión arterial (que disminuyó en los tres grupos) y el número de peces en la exhibición.
La frecuencia cardíaca disminuye “se observó después de un período de descanso, por lo que no se puede atribuir simplemente a sentarse en silencio,” Cracknell y su equipo escribe. “La mayor parte de estas ganancias ocurrieron en los primeros cinco minutos, con rendimientos decrecientes tras otros cinco minutos de exposición.”
Incluso con este descenso, los investigadores encontraron que, en general, “como la duración de la exposición aumentó, las personas se volvieron más positivas y más tranquilas.”
Los resultados sugieren que cualquier exposición a la naturaleza es una cosa positiva, y realmente sumergirse en un entorno natural es aún mejor. Y esta exposición no tiene por qué tener lugar en una naturaleza prístina: Un entorno construido como un acuario hará bien.
Es más, el hecho de que se observaron efectos más robustos en los primeros cinco minutos sugiere que la dosis calmante inicial del mundo natural tiene mayor impacto en nuestra salud y felicidad. Así que no dejes que una agenda muy ocupada sea una excusa para dejar pasar el parque o evitar el acuario. Si estás sufriendo de estrés, te beneficiarás de una breve visita con los peces.
Hallazgos es una columna diaria por el escritor de Pacific Standard Tom Jacobs, que recorre las revistas de investigación psicológica para descubrir nuevos conocimientos sobre el comportamiento humano,que van desde los orígenes de nuestras creencias políticas hasta el cultivo de la creatividad.